Un olmo para las generaciones venideras

La Plaza de España de la villa de Boceguillas estuvo presidida hasta comienzos de los años setenta del pasado siglo por una olma excepcional, que desapareció como consecuencia de la grafiosis. Aunque no se puede aventurar con precisión la edad del árbol en el momento de su muerte, las imágenes que se han conservado ponen de manifiesto una indudable longevidad, próxima con seguridad a los doscientos años. «Es muy posible que su plantación coincidiese con la culminación de los edificios más importantes del espacio urbano de la actual Plaza Mayor, que debió de configurarse a mediados del siglo XVIII, en el periodo que media entre la construcción de la Casa Parroquial, que mandase construir en 1742 don Juan Carbonera, cura de la villa, y la conclusión de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, terminada en 1797», señalan fuentes municipales.

En torno a esta olma centenaria se edificó a comienzos del siglo XX una construcción de madera con tejado a cuatro aguas que servía de espacio cubierto para el desarrollo de las actividades habituales de la Plaza Mayor, entre ellas el mercado, la reunión y el baile.

Ahora, y gracias a la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), la villa puede disfrutar de un olmo resistente a la grafiosis, «con la responsabilidad de cuidarlo y protegerlo para las generaciones venideras y para recuperar aquella enraizada tradición castellana tan representativa de nuestro modo ancestral de entender la convivencia, al que han dado cobijo durante siglos estos árboles maravillosos», explica el Ayuntamiento que preside Alfredo Velasco.

Investigación

El olmo plantado ayer en Boceguillas es uno de los primeros ejemplares resistentes a la grafiosis, gracias a una investigación desarrollada por la Universidad Politécnica. La población de olmos ha resultado duramente castigada en España por la extensión de la grafiosis, una enfermedad que se propagó desde comienzos de los años treinta para extenderse con especial virulencia en el último cuarto del siglo XX. Se calcula que ha acabado con más de seis millones de ejemplares en todo el país, lo que da idea de las dimensiones de esta catástrofe.

Desechados muchos procedimientos para combatir la enfermedad, la única esperanza reside hoy en la selección genética de ejemplares resistentes.

El proceso de obtención de estos clones ha supuesto la inoculación de miles de ejemplares para probar su resistencia a la enfermedad. Al cabo de treinta años de trabajos, se han conseguido siete clones de la especie Ulmus minor, que muestran unos niveles muy aceptables de tolerancia.